Un gol legal de Perea.
Un penalti en la misma jugada.
Un fuera de juego, que no existe, en la misma jugada.
Expulsión perdonada a Helguera.
Expulsión perdonada a Cannavaro.
Expulsión perdonada a Diarra.
Penalti a Agüero.
Posible falta de Higuaín en el gol de los ciervos.
Daudén no es un árbitro mediático, no quiere salir en la tele como Iturralde o Ayza. No es un árbitro incompetente, cuando quiere arbitra bien y puede pasar desapercibido. Lo que sí que es, es un ladrón y un sinvergüenza, y no quiero extenderme en calificativos para esta escoria, porque su madre ya tiene bastante castigo por haber parido semejante despojo.
Y ahora a lo futbolístico: Sesenta minutos de hegemonía rojiblanca. Repaso individual de cada jugador atlético a su rival. El mejor partido del Atlético en el Calderón no ya en esta temporada, sino que me atrevería decir en las tres últimas. Si el Atlético jugase así siempre en casa sería campeón de Liga en la jornada 35. A destacar Jurado, que parecía el mejor extremo del mundo, dejando en evidencia a Salgado, Malulo pide ya un bastón a su medida para la jubilación que le es cercana. Galletti, el paquete de los demás partidos se convierte de repente en aquél que quitó la Copa del Rey a los ciervos, compromiso al 110%, y paradón del de siempre para evitar un gol cantado. Maniche, recuperador incansable ayer, presente en todas partes, circulador de balón con una fluidez inesperada y atrevido en el disparo. Parecía que jugaba con Portugal. Perea, era su primer gol, la velocidad y la limpieza de su primera temporada.
Y ahora, los que tiran del carro. Ze Castro, seguro al corte en todo el partido. Seitaridis, lateral incansable con criterio ofensivo. Luccin, la bayeta que secó a Guti, que acabó desquiciado una vez más, la muy locaza. El Kun Agüero, visible en todas partes, hizo bien en no tirarse en la jugada del penalti porque Daudén no hubiera pitado eso. Y Fernando Torres. Gol para mandar callar a demás Ronceros y Polis Rincones que viven de lo que él hace. Gol para terminar con el sambenito de una vez por todas.
Y entre medias, Daudén. Mientras el trampas estuvo con doce en el terreno de juego, fue el mejor de su equipo. Y cuando estuvo con once, lo fue Casillas. Daudén fue un seguro de vida para los madridistas, salvó un gol (el de Perea), supo parar el juego cuando peor lo pasaban sus compañeros, y no tardará en decir "lo siento, me equivoqué" cuando todos sabemos que no se equivocó. Así gana el Madrid.
Empate que no sirve para mucho, pero mayor valor que el punto tiene saber que así se le juega a un grande. Jugando así, Champions seguro, este sí es el camino.
- Rico.
Atlético - Real Madrid: Creo en el fútbol, no en los árbitros.
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