Después de lo acontecido ayer en el amenazado estadio Vicente Calderón, uno no sabe si reir, si llorar, si las dos a la vez o congelarse y esperar tiempos mejores. Cuando el Atlético tiene todos los condicionantes a favor, va y la caga. Parece mentira que entrenador tras entrenador, sistema tras sistema, desencanto tras desencanto, cuando por fin parece que el equipo va a despegar, se bloquea, el fútbol desaparece, el equipo se transforma en banda y vemos cosas como la de ayer.
El colista, EL ÚLTIMO, un equipo que ha sumado cuatro puntos en once jornadas, que no ha ganado todavía. El Atlético, que ha pasado por lo peor del calendario en la primera vuelta sin juego (excepto contra el Villarreal y contra los ciervos), pero con puntos. Ganar y dormir en Champions. Ganar al último y estar arriba. Ganar al último y seguir la racha... y se rompió el cántaro. Pero es que podía haber sido peor, que podían haber ganado ellos. La Real Sociedad jugó ordenadita, al 0-1 claro, con la defensa muy adelantada y bien colocada, pues cogió prácticamente todos los rechaces que tan diligentemente se rifaron en el verde anoche. Y lo que es peor, centro de esos que nos cuelan siempre, los centrales que no se enteran, peinada de Gari y para dentro. Todos los goles son iguales. Y tanto.
Mientras, el videomarcador del estadio al inicio de ambas partes soltó una parrafada sobre el lanzamiento de objetos al terreno de juego, los insultos al árbitro, el racismo, prohibido decir Uh! dos veces seguidas, en un vano intento para que aprendamos Derecho penal. La parrafada duró tres minutos por lo menos, que debieron perderse con algún jugador visitante fingiendo lesión, o con Perea creando juego desde atrás como si fuera el Baresi colombiano. Creo que voy a renunciar a mencionar como estuvieron los jugadores anoche, porque los adjetivos los podría poner hoy perfectamente Jaime Ostos con un micrófono de Aquí hay tomate delante. Pero no, cuando las cosas no salen, no salen, y da igual lo que les puedas decir a los jugadores en el vestuario, porque el panorama no cambió un milímetro al comienzo de la segunda parte.
Tras un reparador bocadillo de cinta de lomo, y de nuevo la parrafada del videomarcador, el equipo intentó empatar el choque y se encontró con un muro. Se nota cuando un equipo tiene talento para crear fútbol y cuando un equipo lo tiene para jugar fuera de casa. En el primer caso, lo que le falla al Atlético es eso: creación, para poder llevar la iniciativa en casa y sacar adelante partidos como el de ayer. Y para eso hace falta que los centrocampistas la muevan con más criterio, que haya alguien con la clarividencia suficiente para dar pases interiores de peligro, algo así como un Ibagaza negociando su renovación. Lo más parecido que tenemos así es Jurado. Bien es cierto que lo que ha hecho hasta ahora ha sido con el marcador a favor, pero es el único que puede desatascar partidos así. Huelga decir que anoche cuando salió en la segunda parte ná de ná.
Y cundía entre el respetable el estupor (y en el Fondo Sur cundía la carga policial) de ver cómo el rival, que ya se lo había creído, iba a conseguir su primera victoria en liga al más puro estilo Lotina, entrenador curtido en el frío soriano, en la resistencia numantina, en el no pasarán, que sirvió para que una medianía ganase la Copa del Rey la temporada pasada. Pero en un error inexplicable, un resbalón de Bravo, que había hecho paradas de mucho mérito, motivó el gol tonto de la jornada. Así que para esto regamos el césped, y no para ver caerse a Torres tres o cuatro veces por partido (ya no se cae tanto, debe haber cambiado de tacos). Y así, mientras la grada tras el gol decía "Atleti, Atleti, Atleti", al menos tres aficionados en el fondo Sur decíamos "tonto, tonto, tonto". No dió para más. Habrá que ver que pasa contra el Betis, pero las cuentas de la Lechera ya empiezan a no salir.
- Rico.
Villaconejos F.C-Real Sociedad: Haciendo amigos.
en domingo, noviembre 26, 2006
Etiquetas: Atlético, blog, fútbol, Real-Sociedad
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1 comentario:
no jugamos una mierda, pero les pudieron caer 3 ó 4 goles, bien agusto.
es curioso que cada portero que viene al calderon, hace el partido de su vida, el hijo de la fruta
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